La “tecnología vestible” facilita
nuestras vidas, pero también implica grandes retos en materia de seguridad y
privacidad, que no se pueden desconocer en medio de la emoción que este boom
tecnológico suscita.
Cortesia de iprofesional.com/actualidad/22204
Internet tiene infinitas posibilidades
de cambiar el mundo e impactar positivamente la humanidad. Hace años era
imposible pensar que a través de una pulsera podríamos obtener información
sobre la actividad física realizada o alertas sobre nuestro estado de salud.
Hoy esto es una realidad conocida como wearable technology o “tecnología
vestible”. Una novedad que tiene el potencial de facilitar nuestras vidas, pero
que, a la vez, implica grandes desafíos.
Los avances en conectividad y
microchips procesadores han impulsado la “tecnología vestible”, una categoría
del Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés) gracias a la cual
dispositivos que se usan como accesorios o como parte de la ropa transmiten
información a bases de datos para ser analizada y procesada por sistemas de
información.
Los primeros dispositivos de este tipo
fueron los relojes para monitorear el rendimiento en la actividad física. Pero,
más allá de esta aplicación, que masificó el uso de la “tecnología vestible”,
su función más valiosa se está dando en el área de la salud, permitiendo
monitorear, por ejemplo, los niveles de oxígeno o glucosa, los niveles de
saturación, o el sueño. Las mediciones en vivo disminuyen los tiempos de
diagnóstico y permiten avances en medicina preventiva, pues alertan sobre
deficiencias y riesgo que hubieran sido prácticamente indetectables sin la
tecnología.
Y en el área de seguridad personal
están surgiendo dispositivos que envían señales de alerta, comparten su
ubicación en caso de peligro y pueden registrar un audio de un eventual
incidente. En materia de identificación personal veremos dispositivos de alta
tecnología que serán útiles en situaciones de emergencia o para personas en
situación de discapacidad, y aparatos para mejorar la productividad y la
seguridad de trabajadores.
En 2017, el número de aparatos de
“tecnología vestible” alcanzó los 453 millones y se estima que para 2021
lleguen a 929 millones. Solo en 2018 se espera que esta industria tenga
ingresos por 30 billones de dólares. Por supuesto, este crecimiento conlleva la
recolección masiva de datos personales sensibles por parte de diferentes
actores que ven en esta información una gran oportunidad.
Lo anterior implica grandes retos en
materia de seguridad y privacidad. Por ejemplo, ¿se sentiría cómodo sabiendo
que la empresa de salud a la que va a afiliarse tuvo acceso a los datos
recolectados por su monitor de salud sin que usted lo supiera? ¿O sabiendo que
la organización que tiene información sobre sus hábitos alimenticios no la
protegió bien y fue robada y usada para hacer campañas de mercadeo?
Por eso, todos los actores de la
Cuarta Revolución Industrial tenemos que trabajar en la protección de los
datos. Las empresas desarrolladoras de dispositivos y software de “tecnología
vestible” son responsables de tener condiciones de uso de la información que
respeten la privacidad de los usuarios, así como esforzarse por tener en
productos cada vez más seguros e invertir sistemas y modelos de prevención.
De otro lado, los ciudadanos tenemos
el deber de estar informados sobre las políticas de recolección y uso de datos
de las empresas a las que les compartimos nuestra información. En este sentido,
¿cuántos de nosotros leemos dichas políticas cuando descargamos una aplicación
móvil?
Y el papel de los gobiernos en materia
de seguridad digital también es fundamental. En Colombia hemos redoblado
nuestros esfuerzos en este tema, convirtiéndonos en modelo regional. En 2016 se
expidió el Conpes “Política nacional de seguridad digital”, que avanzó hacia la
responsabilidad compartida en ciberseguridad entre gobiernos, ciudadanos y
empresas, y que fortalece las capacidades para identificar y gestionar riesgos.
Sin duda, la “tecnología vestible”
permitirá avances inimaginables para la humanidad en muchísimas áreas,
incluyendo las que mencionamos líneas atrás. Pero, en medio de la emoción que
este boom tecnológico suscita, no podemos olvidar que la recolección de datos
personales, que no es exclusiva de la “tecnología vestible”, siempre conlleva
el riesgo de que la información termine en manos de personas u organizaciones
no autorizadas, ocasionando grandes daños.
Por eso la importancia de que todos
los actores: empresas desarrolladoras, ciudadanos y nosotros, como gobierno,
seamos especialmente cuidadosos. Porque si bien debemos aprovechar cada una de
las posibilidades que la tecnología nos brinde para mejorar el bienestar de las
personas, no podemos desconocer que el riesgo en términos de seguridad es mayor
cuando lo que está conectado a Internet no es nuestro celular, carro o
televisor, sino nuestro propio cuerpo.
Fuente:LaRazon.co
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