miércoles, 21 de septiembre de 2022

La digitalización musical: una cooperación de éxito

Con la ayuda de la informática, la musicología puede dar un paso más en la difusión del patrimonio y en la investigación musical.

 

Partitura de música - OLIALE72 (GETTY IMAGES)

La digitalización de partituras musicales es un proceso largo y complejo que se lleva estudiando desde hace relativamente poco tiempo si lo comparamos con el procedimiento para documentos textuales. Por ello, digitalizar una partitura entraña varios retos: por un lado, la música puede anotarse en diferentes niveles de abstracción: en la música no solo se trata de plasmar una nota, sino también todos los parámetros que acompañan a la partitura, como su duración, tono, matices, tempo, clave, etc. Por una parte, está el sonido en sí, pero, por otra, prima cómo se presenta en la cabeza del compositor y su forma de entenderla, ya que existen varios niveles desde que el compositor idea una melodía hasta que el público la escucha primera vez.

Por otro lado, hay que tener en cuenta las diferentes versiones entre las que habrá que decidir a la hora de digitalizar, como puede ser el criterio propio del compositor y/o del editor con respecto a la obra. En la música antigua, por ejemplo, observamos que no podemos tener un acceso directo a ella, sino en una edición o traducción moderna, por lo que habrá versiones más subjetivas que otras, dado que el editor puede decidir qué representar en la partitura de una manera concreta. 

Pero, ¿cuál es la edición perfecta? Por supuesto, no es una que haya sido transcrita pensando en nuestro sistema moderno, como si la pieza original hubiera sido compuesta como tal. Por consiguiente, la edición crítica musical es una de las mayores preocupaciones para los musicólogos. A lo largo del siglo XXI, los editores musicales han intentado presentar ediciones neutrales para no responsabilizarse, por ejemplo, de una opinión subjetiva de lo que quiere decir un signo un poco borroso en una partitura.

Debido a esta problemática, la representación musical por escrito es un fenómeno complejo que ha ido evolucionando en las últimas décadas con la finalidad de afianzar un sistema óptimo y estándar en el mundo de la digitalización musical. Pero no ha resultado tarea sencilla, ya que se han creado decenas de aplicaciones de este tipo sin reglas estándar ni especificaciones concretas. Igualmente, estas aplicaciones tampoco son compatibles entre sí. No obstante, actualmente nos encontramos con dos de las mejores iniciativas y más extendidas en el mundo de la digitalización musical: MusicXML y MEI.

MusicXML es una iniciativa creada por Michael Good en el año 2004. Como él mismo explica, es un formato estándar para representar la notación musical desde el siglo XVII hasta la actualidad y se basa en el lenguaje de marcado extensible XML (un lenguaje de etiquetas que nos permite identificar los diferentes elementos del contenido que estamos digitalizando, lo cual nos facilitará localizarlos automáticamente después). MusicXML ha conseguido representar tanto música académica como popular. Además, MusicXML pretende que esta herramienta pueda anotar también la música antigua y la música atonal (música que carece de tonalidad). Por su parte, MEI (Music Encoding Initiative) es un lenguaje de marcado estándar extensible que deriva directamente de TEI (lenguaje de etiquetas utilizado para codificar cualquier tipo de estructura textual) y se utiliza para la anotación de textos musicales en el ámbito digital. Gracias a ser un lenguaje muy flexible y amplio que abarca cualquier tipo de obra, estilo o época, se ha convertido en un claro referente de la documentación musical digital.

Mientras que MEI tiene como objetivo crear un marco para la codificación de datos musicales y permitir un análisis basado en el contenido, MusicXML pretende ser un formato de intercambio, es decir, es un código de representación de datos y metadatos de manera genérica. Empero, a modo de similitud, los dos soportan bastante información de la partitura musical, como son las barras, posición de la plica, instrumentación, ligaduras… y proporcionan recomendaciones y estándares de reglas comunes para la creación y gestión de partituras en formato digital. Un estudio detallado de estas tecnologías, incluyendo el proceso de digitalización de una partitura y propuestas de mejora para conseguir un único lenguaje estándar, fue llevado a cabo por la autora como Trabajo de Fin de Máster en el Máster de Letras Digitales de la Universidad Complutense de Madrid.

Aunque ambos programas han supuesto un gran avance para la digitalización musical de partituras, aún queda mucho camino por recorrer para crear un único lenguaje estándar que reconozca todo el corpus que contiene la música. Por ejemplo, ninguno de estos sistemas permite crear una nueva regla para casos concretos, lo que los hace muy rígidos e impide registrar las particularidades. Si se consiguiera una forma de codificar no solo las notas, sino también otros aspectos de la música como marcas de tempo, claves, armaduras, reguladores, indicaciones de los propios compositores o, incluso, música dodecafónica o música modal del siglo XX, conseguiríamos preservar la información de manera más fiel.

A pesar de todas estas dificultades, las bibliotecas continúan desarrollando multitud de proyectos de digitalización, lo cual ha conseguido aumentar notablemente las visitas a sus páginas web y archivos. Aunque todavía queda mucho camino por conseguir en el terreno de la digitalización musical, existen proyectos, como los de la Biblioteca Nacional de España, que auguran un futuro prometedor.


Fuente: El País

Nieves González Gil es musicóloga y lingüista.

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