Es el segundo país del mundo con el mayor número de cables de fibra óptica submarinos y está en una posición estratégica.
Un cartel de Vodafone en El Cairo.
Cuando el megabuque Ever Given se encalló a finales de marzo en el sur del canal de Suez bloqueando una arteria crucial del transporte marítimo global, el episodio sirvió como recordatorio de la posición estratégica que ocupa Egipto en el mundo. Con el tiempo, y mayor discreción, esta ubicación privilegiada entre Europa, Asia y África también le ha permitido al país consolidarse como otro nodo fundamental a escala planetaria, que algunos llegan a comparar en importancia a la vía navegable: el tráfico de internet.
Los números, cada vez más, parecen afianzar el paralelismo. Según el ministro egipcio de Comunicaciones y Tecnología de la Información, Amr Talaat, por su país fluye más del 80% del tráfico de internet entre Europa y Asia. Egipto es, además, el segundo país del mundo con el mayor número de cables de fibra óptica submarinos, 17, solo por detrás de Estados Unidos. Y en 2020, Telecom Egypt (TE), la compañía de telecomunicaciones estatal egipcia, ingresó por este concepto alrededor de 240 millones de euros, según el informe de sus resultados en el año fiscal de 2020.
“Egipto es la principal vía de conexión de Asia y Oriente Medio con Europa, y también es la principal vía de África Oriental con Europa”, explica Alan Mauldin, el director de investigación de TeleGeography, una empresa de consultoría e investigación del sector de las telecomunicaciones. “En los últimos diez años, solo se ha fortalecido”, agrega.
La enorme mayoría del tráfico mundial de internet y de telecomunicaciones viaja por una compleja red de cables submarinos que conectan estaciones terrestres, así que Egipto, por su posición geográfica, yace como la vía más corta y más eficiente entre Europa, Asia y África.
Aunque están presentes grandes operadoras internacionales como Vodafone, el actor clave en el sector es TE, uno de los principales operadores de cables submarinos en la región. La compañía posee 10 de los anteriores 17 cables submarinos, proporciona servicios de aterrizaje de cables al resto, y en los últimos años ha apostado por comprar participaciones en más cables y sumarse a la construcción de dos nuevos. También ha establecido nuevos puntos de aterrizaje y rutas de cruce, y ha desarrollado sus capacidades y su red para ser más fiable y acomodar una demanda que no deja de crecer.
“Una posición geográfica estratégica y una infraestructura sólida y bien desarrollada son ambos pilares fundamentales”, apunta Mariam Wael, analista de telecomunicaciones en la empresa de inversión financiera Pharos Holding y una analista de referencia de TE.
Las autoridades egipcias, plenamente conscientes de estas ventajas, han capitalizado con éxito su posición. Pero el resto de actores del sector se han animado a explorar rutas alternativas por tres motivos fundamentales: la reciente normalización de relaciones entre países de la región, los riesgos que acarrea una excesiva dependencia en un solo país y las altas tasas de tránsito que cobra TE. Esta mayor competencia, por ahora, no desafía el dominio egipcio.
El caso que más atención ha suscitado hasta ahora son los planes de Google de establecer un cable de fibra óptica submarino, llamado Blue-Raman, para conectar Italia con India a través de Israel y sorteando a Egipto, según publicó The Wall Street Journal citando fuentes familiarizadas con los estudios. Por ahora, no hay confirmación de que se vaya a materializar el proyecto, que confía su suerte en que los lazos entre Israel y el resto de países de la región sigan estrechándose. Y aunque el cable tampoco afectaría sustancialmente a Egipto, la posibilidad ha sido interpretada como un reflejo del deseo de grandes actores como Google de buscar alternativas.
“La importancia de los cables que cruzan Egipto para las telecomunicaciones o internet es la misma que la del canal de Suez para los barcos. Egipto constituye un riesgo potencial en caso de que se rompa un cable, y por eso los sectores de telecomunicaciones intentan encontrar rutas nuevas”, señala Winston Qiu, fundador y editor de Submarine Cable Networks, un portal especializado en cables submarinos. “Por otra parte, TE cobra precios bastante elevados por los cables que atraviesan Egipto”, añade Qiu, que nota que, aparte de rutas terrestres por Oriente Medio, existen otras de competidores por Asia Central y por Rusia. También Marruecos, por su proximidad a Europa, compite con Egipto por la parte africana.
Ante este desafío, Egipto no se ha quedado de brazos cruzados. En enero, TE firmó un acuerdo con Google para proporcionarle mayor capacidad en un cable submarino y aumentar la fiabilidad de su tráfico internacional. En marzo, la empresa anunció con pompa el nombre comercial de un ambicioso sistema de cables submarino que rodeará África y conectará con Europa hacia 2023, HARP. Para ello, usará infraestructura en la que se ha asegurado participar, incluido el cable submarino 2África, el más largo construido en los últimos 20 años. Ese mismo mes, TE todavía tuvo tiempo para anunciar otra ruta para cables de fibra óptica, entre el mar Rojo y el Mediterráneo.
“No cabe duda de que existe interés en crear diversas rutas, y hay necesidad de ello, [pero] no debe verse como una amenaza para Egipto”, cree Mauldin. “No debería verse como un juego de suma cero, con rutas alternativas que van a ganar y Egipto que va a perder: eso no va a ocurrir”, concluye.
Fuente: El Pais
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