Durante la pandemia, docentes y emprendedores implementaron herramientas tecnológicas para educar a estudiantes en zonas rurales sin necesidad de internet. Estas iniciativas podrían transformar la semi-presencialidad en regiones que hoy permanecen desconectadas.
Estudiantes de Fresno (Tolima) prueban la Red Local Kimera en sus celulares. / Cortesía
Así como la pandemia de COVID-19 obligó a los colegios de las ciudades a realizar clases virtuales, muchas escuelas rurales del país (aunque no todas) tuvieron que valerse de la creatividad y de ciertas tecnologías para impartir conocimientos sin necesidad de internet.
En zonas en donde apenas existen las redes 2G o 3G y pocos tienen acceso a computadoras personales, los maestros idearon guías educativas para que sus estudiantes las desarrollaran en casa. Algunos docentes encontraron en los celulares y en plataformas de mensajería como WhatsApp herramientas para acercarse a sus alumnos, mientras que otros debían desplazarse casa por casa para hacerles llegar el material a quienes lo necesitaran.
Aunque así se las arreglaron varias instituciones educativas rurales del país, unos profesores consiguieron “virtualizar” sus aulas gracias a un servidor local que viene desarrollando la Fundación Karisma desde hace años, llamado Red Local Kimera. Se trata de un programa gratuito que permite crear un servidor con herramientas y contenidos accesibles vía red inalámbrica. Se puede alojar en cualquier computador con sistema operativo Windows y en su versión educativa tiene soluciones que son de software libre, como Wikipedia, Wordpress y Moodle.
“Casi cualquier muchacho en el sector rural tiene celular o a un familiar que se lo preste. Es una solución que funciona con lo que ya existe”, cuenta Héctor Botero, quien está detrás del proyecto. Con esta red, los estudiantes pueden descargar a sus celulares inteligentes archivos que los maestros alojan en Kimera (como guías o lecturas) mientras se encuentren cerca de un servidor (como el computador de un colegio o de un docente) o un router que amplíe la cobertura. Además, pueden tomar fotografías de sus tareas y subirlas para que sean revisadas por sus profesores.
Esto ha permitido que maestros como Rubén Sierra puedan apoyar a los estudiantes que están desconectados. “Yo grabo mi clase en YouTube, la envío a los que tienen internet y a los que no, se las monto en la red local”, dice Sierra, profesor de matemáticas y sistemas en la Institución Educativa José María Córdoba, ubicada en Puerto Libertador (Córdoba).
De acuerdo con Sierra, la herramienta le ha permitido nivelar a cinco alumnos que viven en veredas y no tienen acceso a internet. “No están acostumbrados a la pantalla de un celular, pero se han sabido amoldar y les ha gustado mucho. Sienten que están interactuando con la tecnología y los veo motivados subiendo sus evidencias a la red”, agrega.
Lo mismo cuenta Giovanna Ramírez, maestra de tecnología e informática en la Institución Educativa Real Campestre La Sagrada Familia, ubicada en Fresno (Tolima). Ramírez dice que su escuela venía usando esta herramienta desde 2017 como apoyo a las clases presenciales, pero durante la pandemia se le dio un uso mayor para que los alumnos de las 14 sedes no tuvieran que ir hasta el pueblo a sacar fotocopias.
“Parece que esta red supo que iba a venir una pandemia. Es como si nos hubiera preparado para el momento actual. Con ella, los alumnos y los padres se ahorran muchísimo tiempo y dinero y nosotros estamos llegando al 100 % de los niños con guías”, explica la docente, quien agrega que la plataforma también cuenta con videos y juegos interactivos.
Si bien esta herramienta se pensó desde mucho antes para acompañar los procesos educativos presenciales de la ruralidad, hay otros proyectos que buscan solucionar la misma problemática y nacieron durante la pandemia. Uno de ellos es Educall, una plataforma creada por Daniel Garavito y otros cuatro emprendedores sociales, que ofrece contenidos educativos por medio de llamadas telefónicas.
“Lo que nosotros hacemos es convertir un celular ‘flecha’ o un teléfono fijo en un dispositivo de reproducción de audio”, señala Garavito. Educall funciona sobre una línea telefónica fija en Bogotá (031 580 2131, marcando desde un celular) y contiene opciones como reproducción de audiolibros y contenidos educativos, traductor, Wikipedia, música y asistente de Google, entre otras. Los usuarios pueden acceder a ellas marcando ciertas teclas o consultando este material en el sitio web de la plataforma.
De acuerdo con su creador, los audios de Educall provienen del Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico (IDEP), de maestros que donan clases en video o en audio y de contenidos de YouTube con licencia Creative Commons. Esta plataforma funciona por medio de inteligencia artificial y buena parte de su desarrollo se dio en el marco del programa del Mintic Apps.co, que la incluyó entre sus 10 emprendimientos destacados.
“Los profesores nos preguntan cómo pueden empezar a usar Educall. Les decimos que ya pueden empezar a hacerlo, pero lo que tenemos que resolver es cómo viabilizar el precio del minuto”, indica Garavito. Y es que aunque la línea ya está disponible, las llamadas todavía tienen costo y la plataforma se financia con recursos del emprendedor.
La idea es que Educall funcione sobre una línea 018000 para que sea gratuita y que una entidad u operador pueda financiarla. Para conseguirlo, sus creadores están golpeando puertas del Gobierno y de algunos privados, a la vez que abrieron una campaña de crowdfunding para lanzar una versión más completa de la herramienta.
“Nuestro propósito es que la gente pueda conectarse todo lo que quiera. A las personas les gusta, si llamas, ya funciona, pero falta que sea masivo. Y en ese sentido nos imaginamos que el principal actor debería ser el Gobierno”, opina Garavito.
Fuente: El Espectador
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