martes, 24 de mayo de 2022

Una herramienta de inteligencia artificial ayuda a la restauración y atribución de textos antiguos

Ithaca es una red neuronal profunda que, aunque por sí sola logra una precisión del 62% para reparar textos dañados, está pensada para que se utilice de manera colaborativa con los historiadores.

 


Esta inscripción registra un decreto relativo a la Acrópolis de Atenas y data del 485/4 A . Marsyas, Museo Epigráfic
WIKIMEDIA

Las inscripciones, textos escritos sobre materiales duraderos, pueden ser una muy buena fuente para conocer la vida y la sociedad de la época. Uno de los problemas con los que se encuentran los historiadores es que estas inscripciones en ocasiones están incompletas o se han movido del lugar donde se crearon. En 2017, Yannis Assael, científico en inteligencia artificial y actual investigador de DeepMind de Google, y Thea Sommerschield, historiadora y becaria Marie Curie de la Universidad de Venecia, conversaban sobre estas tareas desafiantes para los historiadores y llegaron a la conclusión del gran potencial cooperativo entre sus disciplinas. Así fue como nació Ithaca, una red neuronal profunda para la restauración textual y la atribución geográfica y cronológica de inscripciones griegas antiguas. Esta herramienta está pensada para trabajar de manera conjunta con profesionales de la historia: por sí sola logra una precisión del 62% para restaurar textos dañados, pero unida al trabajo de historiadores logra mejorar la precisión de los profesionales de un 25% a un 72%. El porcentaje de precisión en la ubicación es del 71% y, además, puede fechar las inscripciones en menos de 30 años.

Con el objetivo de maximizar la colaboración entre historiadores y el aprendizaje profundo, esta herramienta ofrece múltiples hipótesis. Para la restauración, Ithaca proporciona 20 predicciones decodificadas y clasificadas por probabilidad. De esta manera, se facilita que los historiadores puedan escoger entre las sugerencias de la herramienta, teniendo en cuenta su conocimiento. En cuanto a la atribución geográfica, el instrumento clasifica los resultados entre 84 regiones; la lista de regiones candidatas se implementa en un mapa y un gráfico de barras. Por último, en vez de ofrecer una un valor para la cronología, predice una distribución categórica sobre fechas, que se agrupan en intervalos de 10 años, entre el 800 a.C y el 800 d.C.

 “Nuestro objetivo era explorar cómo el aprendizaje automático puede ayudar a los historiadores a interpretar mejor estas inscripciones, brindando una comprensión más rica de la historia antigua”, comentan Assael y Sommerschield. El nombre de la herramienta fue elegido porque hace referencia a la isla griega de la Odisea de Homero. “Pensamos que sería un buen nombre porque tiene el significado de devolver algo o alguien a sus orígenes”, detallan.

 Ithaca es un tipo de inteligencia artificial llamado modelo de aprendizaje profundo (deep learning model). Se basa en una red neuronal, inspirada en las redes neuronales que se tienen en el cerebro humano, según comentan los investigadores. “Hemos entrenado ordenadores para usar estas redes neuronales para grandes cantidades de datos, para que puedan aplicar lo que han aprendido en nuevos datos que no han visto antes. Se entrena en el conjunto de datos más grande de inscripciones griegas antiguas”, detallan. Otro aspecto que resaltan es que, por la arquitectura de la herramienta, es fácilmente aplicable a cualquier idioma antiguo, “desde el latín hasta el maya y el acadio”, además de a cualquier medio escrito, “desde papiros hasta manuscritos”. Ithaca, fruto de la investigación multidisciplinar de diferentes entidades y empresa, ha sido presentada en un estudio publicado recientemente en Nature y está disponible públicamente en su web.

Fernando Notario, doctor en Historia, profesor de Geografía e Historia y cuya línea de investigación, entre otras, es la historiografía de la antigüedad clásica, resume que los principales problemas que los profesionales tienen en esta disciplina en concreto son las fuentes porque se conserva una fracción mínima de documentos procedentes del mundo antiguo. “No es una solución mágica, pero es una manera de agilizar y “objetificar” cosas que ya hacemos recientemente”, sentencia. Nerea Luis, doctora en Inteligencia Artificial, defiende que tiene “mucho sentido” que se haga de forma colaborativa con la inteligencia artificial y que este modelo de colaboración “se va a ver mucho. “Te lleva también a no olvidar”.

Para evitar que algunas lenguas no se olviden, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), presentó en 2020 un sistema desarrollado por investigadores de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial (CSAIL) del MIT capaz de descifrar automáticamente un idioma perdido, sin necesidad de un conocimiento avanzado en su relación con otros idiomas. Además, puede determinar por sí solo relaciones entre idiomas. El objetivo final es que el sistema pueda ayudar a los lingüistas a conseguir descifrar idiomas que se han perdido a lo largo de la historia.



Fuente  El País

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