Parecen gigantescas telarañas negras suspendidas en el aire, pero en realidad son kilómetros de cables de energía y de datos los que atraviesan las ciudades y pueblos de Colombia. Son tantos, tan seguidos y tan enredados a veces, que generan contaminación visual.
Más del 70% de los cables aéreos en las calles corresponde a las telecomunicaciones, ahí entran los relacionados con telefonía, televisión e internet. FOTO Manuel Saldarriaga |
Solo en Antioquia hay 102.312 kilómetros de redes de energía, según los registros de EPM. Es como si se cogiera un cable de este tipo y se le diera dos vueltas y media a la Tierra.
¿Descablear las ciudades?
Andrés Díez, docente investigador de la UPB, explica que los cables que llevan a los hogares los servicios de telefonía, internet y televisión son por lo general los que más afectan la parte visual, sin embargo, al tiempo, son los que más se prestan para retirar porque se pueden reemplazar por la transmisión inalámbrica o convertir en redes subterráneas.
Frente a los cables que conducen electricidad, dice que estos sistemas son aéreos porque de esta manera es más fácil hacerles el mantenimiento, además es mucho más económico para el bolsillo de los usuarios. Es decir, si todos los cables se enterrarán implicaría que los hogares tengan que pagar un kilovatio/hora más caro en las facturas por la inversión.
De acuerdo con el ingeniero electrónico José Valentín Restrepo, la mejor opción
para comenzar a despejar las calles de tanto cable es que los de las
telecomunicaciones sean subterráneos. “Más del 70 % de los cables que vemos
corresponden a los de telefonía, internet, televisión, es decir, no están
transportando energía eléctrica y no requieren un caucho mayor”.
Agrega que con los de potencia, con los que se distribuye la energía, no es muy
conveniente enterrarlos, debido a que pueden cambiar las propiedades eléctricas
del cable y es un proceso muy costoso: la instalación puede valer hasta cinco
veces más. También hacerlo de esta manera se puede prestar para que las
personas abran las tapas que los protegen, llevando a que esta medida se
convierta más en un problema de seguridad.
Las redes aéreas tienen un cable por encima que actúa como
pararrayos y cuida a la gente y las casas.
FOTO Manuel Saldarriaga
“No es malo que estén en el aire, simplemente presentan un desgaste por estar al sol y al agua, estos cables están diseñados para cumplir su función”, dijo el ingeniero.
Una
zona de Medellín donde los cables de alta tensión funcionan de manera
subterránea es Parques del Río: una parte de los cerca de 400 metros de
cableado funcionan bajo tierra.
Díez
desmiente el mito de que estos cables en el aire generen peligro: “Las redes
aéreas tienen un cable por encima que actúa como pararrayos y cuida a la gente
y a las casas, el nombre técnico es cable de guarda, entonces si los cables se
entierran es posible que estemos en peligro porque este cable nos cuida”.
Ambos
expertos coinciden en que la llegada de tecnologías como la conectividad 5G
permitirá disminuir un poco la necesidad de tener que instalar cables: estas
antenas tendrán un mayor rango de cobertura.
En
otras palabras, con una sola antena de 5G, por ejemplo, se podrían quitar los
cables de unas dos cuadras a la redonda de donde se instale esta
infraestructura tecnológica. Esto aplicaría solo para cables relacionados con
los servicios para hogares, porque ciertas industrias requieren un consumo de
datos mucho más alto. “En este caso los cables desaparecen porque la 5G es una
red inalámbrica”, explicó Restrepo.
Otra alternativa que sugiere el ingeniero es integrar servicios por un solo cable o una sola fibra. Por ejemplo, el cable de la telefonía se puede integrar al router del internet de la casa.
¿Dónde sí y dónde no?
Para
el profesor Díez, la medida del cableado subterráneo se podría adoptar en
puntos estratégicos como los sectores patrimoniales o de interés paisajístico,
o en cruces de ríos muy altos, debido a que “enterrar los cables en estas zonas
no afectaría la tarifa general de las ciudades”.
Para
llevar la energía a los sistemas de transporte masivo como el tranvía de
Ayacucho, por ejemplo, el experto dice que se habrían podido utilizar
tecnologías (que funcionan por debajo de la tierra) como el sistema de
cremallera de alimentación subterráneo o con uno de inducción.
“Gracias al cable aéreo el tranvía no echa humo ni hace ruido, pero se pudo mejorar aprovechando los postes de la catenaria para compartirlos con el alumbrado público, todo eso en las redes inteligentes se puede simplificar, por ejemplo, con la instalación de los postes inteligentes que cumplen varias funciones”.
Más allá de la iluminación, este tipo de postes ofrecen las posibilidades de conectividad (internet), instalar sensores para medir el tráfico y la calidad del aire y, por supuesto, sostener las catenarias de estos sistemas de transporte.
Fuente: El Colombiano
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