Después de años en los que los operadores de
telecomunicaciones guardaban las infraestructuras -como las torres-
como activos principales, las han convertido con entusiasmo en nuevas
empresas. Cada vez se muestran más abiertos a la hora de liberar valor de sus
activos de infraestructura y de explorar enfoques más innovadores para desplegar
nuevos activos.
Aspectos reseñables de la inversión en torres de comunicación |
Asimismo, a los inversores se les presentan tres conceptos diferentes de transacciones relacionadas con las infraestructuras de telecomunicaciones: aquellas que tienen lugar en mercados maduros; en mercados en proceso de maduración o en mercados en crecimiento.
Las diferencias intrínsecas de naturaleza en el espectro de las
transacciones, por ejemplo los rendimientos esperados o los requisitos de
capex, atraen naturalmente a diferentes inversores potenciales, aunque en la
mayoría de los casos los inversores son empresas privadas con flexibilidad
financiera (por ejemplo, con respecto a la deuda). En etapas posteriores, los
adquirentes suelen ser gestores de infraestructuras especializados en esas
clases de activos (por ejemplo, TowerCos, NetCos, etc.).
Las oportunidades de inversión relacionadas con los mercados más maduros son el objetivo de los inversores con bolsillos profundos (estas operaciones suelen ser de gran tamaño) que buscan rendimientos bajos o medios y una conversión de ingresos y efectivo estable de primer orden, aunque sea a expensas de un crecimiento más agresivo. Estos activos suelen tener grandes barreras de entrada (puesto que la infraestructura ya está desplegada) y altos costes de cambio de los clientes
Suelen buscar oportunidades de apalancamiento para aprovechar los fondos captados y las oportunidades de arbitraje de tipos de interés del entorno de tipos bajos. Inversores como los fondos de pensiones o los fondos soberanos pueden participar en estas operaciones.
Las operaciones en mercados en fase de maduración suelen ser realizadas por fondos de infraestructuras que se sienten atraídos por perfiles de ingresos estables y una sólida conversión de efectivo, aunque están dispuestos a arriesgarse para perseguir un crecimiento adicional. Por lo general, no temen poner dinero adicional para perseguir un crecimiento moderado mediante la adquisición de empresas de las que puedan extraer sinergias o luchar por el crecimiento de los terrenos abandonados mediante la captación de nuevos negocios. No obstante, estas transacciones suelen permitir a la InfraCo desplegar capex con un riesgo limitado, ya que tiene cierto grado de preventa o se construye directamente sobre la demanda (Build to suit).
En cuanto a los mercados en crecimiento, los inversores suelen incluir fondos de infraestructuras en crecimiento que pretenden aumentar sus inversiones mediante el despliegue de capex tras la adquisición (en su mayoría impulsado por la deuda externa), posiblemente tras una expansión orgánica. No es raro encontrar empresas que operan en otros segmentos de la cadena de valor que muestren interés, ya que pueden beneficiarse de las sinergias operativas, por ejemplo, los proveedores de colocación de centros de datos que entran en el negocio de la infraestructura como servicio.
Un aspecto común que suelen tener los inversores en infraestructuras de telecomunicaciones es su capacidad para extraer valor de las posiciones minoritarias. Los operadores de telecomunicaciones que no necesitan desinvertir o que no son lo suficientemente audaces para maximizar el valor de su infraestructura buscarán inversores minoritarios. Para tener éxito en estas situaciones, los inversores suelen tener que comprometer sus propios intereses con los de la empresa de telecomunicaciones, que se convierte entonces en socio y cliente (y a veces en proveedor). Estas relaciones se rigen por obligaciones contractuales cuidadosamente elaboradas (MSA/MCA: acuerdos maestros de servicios/comerciales) y mecanismos de gobernanza en funcionamiento (Consejo de Administración) para garantizar que los intereses estén alineados con respecto al futuro despliegue y la estrategia financiera.
Fuente: El Economista
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