Los expertos abogan por reforzar materias como la antropología o la ética en las aulas para evitar malas prácticas con la inteligencia artificial, y aseguran que los nuevos empleos demandarán estas capacidades además de las tecnológicas.
Que un robot te atienda en una cafetería, que actualice el inventario de un supermercado o que incluso supervise el motor de un avión para detectar alteraciones ya es una realidad. Las máquinas actúan, sustituyen al humano, toman decisiones. Lo hacen por nosotros sin que apenas nos demos cuenta: qué ver en Netflix, qué producto elegir en una tienda 'online' o a qué nuevo amigo agregar a una red social.
No hace mucho tiempo que el entonces director de Políticas y Asuntos Públicos de Google para España y Portugal aseguró que, en un futuro cercano, quienes no sepan programar serán los nuevos analfabetos. Y parece que esta afirmación cada vez cobra más sentido en un mundo donde las ofertas de trabajo en el ámbito de la tecnología se multiplican. Pero también existe la otra cara de la moneda: ¿qué peligros alberga? ¿Qué ocurriría si una máquina comienza a calar en el subconsciente de las personas y a transmitir sesgos cognitivos o prejuicios discriminatorios? ¿Y si se utilizaran ciertos algoritmos para la manipulación política o para propagar ‘fake news’?
En este
escenario, desarrollar el pensamiento crítico y emocional en las
personas, la creatividad o la capacidad de inspirar se antojan más
imprescindibles que nunca. En otras palabras: se trata de humanizar la
revolución digital. Para hablar de la importancia de este asunto y, sobre todo,
de cómo conseguirlo, El Confidencial organizó una mesa redonda
bajo el título 'Humanismo tecnológico: ¿el fin de la guerra entre letras y
ciencias?'. En ella, participaron Rosa Visiedo,
rectora de la Universidad CEU San Pablo y directora de Universidades CEU; Silvia
Leal, experta en transformación digital y asesora de la Comisión Europea en
competencias digitales y futuro del empleo; Carina Lopes,
responsable del 'think Tank' de Digital Future Society, y Luis Miguel
Olivas, director de Empleabilidad e Innovación Educativa de la Fundación
Telefónica.
Carina Lopes, responsable del 'think tank' de Digital Future Society
“Tenemos que crear conciencia social para humanizar la revolución digital, y, para ello, hay que hacer partícipes a todos los actores, desde el sector público y el privado hasta la sociedad en general”, dijo Carina Lopes, responsable del 'think tank' de Digital Future Society. Lo cierto es que ya son muchos los organismos que están tomando cartas en este asunto e incluyendo en sus agendas las implicaciones éticas de la inteligencia artificial. En mayo de 2019, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) determinó unos 'Principios sobre inteligencia artificial' para ayudar a los gobiernos a diseñar una legislación en este terreno. Algunos de ellos son, por ejemplo, diseñar la inteligencia artificial respetando la democracia y la diversidad, o permitir la intervención humana cuando sea necesario.
Europa también ha puesto en marcha iniciativas para desarrollar la inteligencia artificial con el foco en el ser humano. Por ejemplo, en 2019, la Comisión Europea lanzó las directrices éticas para una IA confiable, y el año pasado este mismo organismo publicó un 'Libro Blanco sobre inteligencia artificial'. Pero para Silvia Leal, experta en transformación digital y asesora de la Comisión Europea en competencias digitales y futuro del empleo, son principalmente las empresas las que tienen que dar el empujón a esta transformación enfocada en lo humano, porque "son ellas las que marcan las pautas de la revolución digital, determinan qué servicios consumimos y cómo nos transformamos. Además, para conseguir que se conciencien, los medios de comunicación juegan un papel esencial, y tienen que informar de la mano de las instituciones". Leal destacó el poder de ciertas series como ‘Black Mirror’ —enfocada en el 'lado oscuro' de la tecnología— para crear conciencia.
"Las empresas marcan las pautas de la revolución digital, determinan qué servicios consumimos y cómo nos transformamos" (Lopes)
Precisamente han surgido ya algunas polémicas en los últimos años relacionadas con el sector privado y el uso responsable de la IA. Un ejemplo es el revuelo generado alrededor de Google con Proyecto Maven, una iniciativa que puso en marcha el gigante tecnológico para el Departamento de Defensa de Estados Unidos con el fin de desarrollar inteligencia artificial para drones militares; proyecto que finalmente no llevó a cabo. Ahora, Google —al igual que otras tecnológicas como Telefónica o IBM— ya ha establecido principios éticos para utilizar la IA, con objetivos relacionados con la privacidad o la seguridad de las personas.
Adaptar las aulas para humanizar la IA
Los puestos
de trabajo tecnológicos han experimentado un crecimiento del 38% durante 2020,
según un
estudio de LinkedIn, que refleja cómo, durante la pandemia del
coronavirus, las aptitudes de los trabajadores han ido adaptándose a nuevas
trayectorias profesionales: desde ingenieros de 'software' convertidos
en especialistas en inteligencia artificial hasta agentes inmobiliarios
ocupando puestos de coordinadores en redes sociales. Pero, aun con este
escenario, Adecco afirma que todavía existe un 9% de vacantes
disponibles en el mercado laboral sin cubrir, mientras la tasa de paro
entre menores de 25 años supera el 35%, según datos recientes de Eurostat. ¿Qué
se demandará en los empleos del futuro?
Rosa Visiedo, rectora de la Universidad CEU San Pablo y
directora de Universidades CEU.
“Antes, era difícil que un ingeniero de montes, por ejemplo, trabajara como ingeniero de telecomunicaciones, ahora esto está cambiando. Aparte de las competencias digitales, se demandarán competencias transversales, que demuestren que una persona tiene la capacidad de adaptarse a los cambios y a las nuevas necesidades”, explicó Luis Miguel Olivas, director de Empleabilidad e Innovación Educativa de la Fundación Telefónica. La rectora de la Universidad CEU San Pablo y directora de Universidades CEU, Rosa Visiedo, por su parte, cercioró que los entornos del trabajo están cambiando: “Ahora, un abogado tiene que tener competencias básicas en ciencia de datos, por ejemplo, y un médico especialista debe conocer ciertos entornos virtuales para la simulación médica”. Las universidades juegan un papel clave para formar estos nuevos perfiles. ¿Qué están haciendo para conseguirlo?
"Estamos reforzando las competencias digitales en todos los grados, pero sin perder de vista las competencias humanísticas, que son más esenciales que nunca en esta revolución digital, como la antropología, la ética o la bioética, porque ayudan a reflexionar sobre el porqué de las cosas y a tener pensamiento crítico", afirmó Rosa Visiedo. Así, la manera de formar a los alumnos está dando un giro: "Sigue existiendo una brecha entre las ciencias y las letras que vamos rompiendo a través del trabajo en equipo, por ejemplo, lanzamos ciertos retos que los alumnos tienen que superar en equipos formados por personas procedentes de titulaciones distintas", explicó Rosa Visiedo.
"La antropología, la ética o la bioética son más importantes que nunca porque ayudan a reflexionar sobre el porqué delas cosas" (Visiedo)
Con la
llegada del covid-19, colegios, institutos y universidades echaron el
cierre. Los hogares se convirtieron en centros educativos y las pantallas
de ordenador, en las nuevas aulas. Lo mismo ocurrió con el trabajo: según datos
del Adecco Group Institute, a día de hoy trabajan desde su hogar un
millón de personas más que hace un año. Y aquí se abre un nuevo frente: la
brecha digital. Según una encuesta de Save the Children, entre el 5% y el
9% de los alumnos no tienen acceso a un ordenador o a otros medios
tecnológicos. “Tenemos un gran reto como sociedad, porque todavía hay familias
y personas que no pueden acceder a todos esos entornos digitales que les
generarán esas nuevas oportunidades laborales que se están creando”, dijo el
director de Empleabilidad e Innovación Educativa de la Fundación Telefónica.
¿Usurparán los robots los puestos de trabajo?
Con la llegada de la pandemia, la expansión de la
revolución robótica se ha situado en el centro del debate. El World Economic
Forum, referente mundial en esta materia, apuntaba la destrucción de 75
millones de empleos para el año 2022, un balance que sería compensado
por la generación de 133 millones de puestos de trabajo
nuevos, según recoge Silvia Leal en su libro 'Tendencias'. La experta señaló en
este sentido que “hoy tan solo se conservan un 1% de los empleos que existían
hace un siglo, los cambios en el mercado laboral han sido impresionantes
durante las últimas décadas y lo seguirán siendo en los próximos años, de
hecho, el 85% de los empleos que tendremos en 2030 todavía no
existen”, aseguró.
Carina Lopes añadió que, en este trayecto hacia la creación de estos nuevos empleos, puede darse una situación de precariedad laboral porque muchas personas todavía no están preparadas para asumir los nuevos empleos digitales: “Estamos poniendo los nuevos modelos de negocio de la economía digital por delante del ritmo de las personas, y de ahí proviene gran parte de la precariedad laboral que vemos hoy en día”.
El director de Empleabilidad e Innovación Educativa de la Fundación Telefónica, por su parte, afirmó que tenemos que mirar la tecnología como algo positivo que puede abrir la puerta a nuevas oportunidades de trabajo: “Se está polarizando la sociedad entre los que están a favor de la tecnología y los que están en contra. Es importante poner sobre la mesa que esto no es blanco o negro, que simplemente es una herramienta que nos dará oportunidades, pero los que estamos detrás para hacer un buen uso de ella somos las personas”, dijo Olivas poniendo punto y final al debate.
Fuente: El
Confidencial
No hay comentarios:
Publicar un comentario