El sector
de las telecomunicaciones tiene la responsabilidad de convertirse en referente
en todas las industrias. ¿Colombia está preparada para la revolución?
La nueva
frase de batalla en todos los foros y reuniones de gerentes es “vivimos la
cuarta revolución industrial”. Buena parte de los conferencistas usan esta
frase para simbolizar el momento de transformación que atraviesan todos los
sectores por cuenta de la explosión de las tecnologías. Pero la realidad es que
en la práctica, en el día a día de las empresas, están todavía lejos de
afrontar el reto de la digitalización.
De hecho, el
concepto ‘digitalización’ sigue siendo un tanto gaseoso y casi que cada
industria lo entiende como puede. Aunque los enunciados para las empresas
(sobre todo las medianas y pequeñas) suenan atractivas, lo cierto es que la
tecnología sigue sin penetrar en las estructuras y procesos diarios.
En el área
de las telecomunicaciones aseguran que “la tecnología transforma todas las
industrias” e insisten en que no hay tiempo que perder. El enunciado que puede
tener mayor calado entre los empresarios es “digitalizando la empresa se
ahorrarán costos en poco tiempo”, pero esto requiere de una serie de factores
que todavía son lejanos en las organizaciones.
Claro, el
operador más grande que tiene Colombia, convocó a un grupo de empresarios en
Cartagena en el Claro Tech Summit. En el evento se conocieron experiencias de
empresas que han logrado transformar sus negocios a partir de la digitalización
de sus procesos. Pero en la reunión también hubo tiempo para hablar de las
talanqueras que impiden la transformación que es urgente.
Varios
participantes coincidieron que la primera barrera para que las empresas inicien
su proceso de digitalización son los propios gerentes y los ya viejos
paradigmas organizacionales. El experto en innovación del Inalde Business
School Fabio Novoa, explicó que es necesario, en primera instancia, tener la
habilidad de aprender, desaprender y volver a aprender, implementar estrategias
que no busquen “ser mejores sino diferentes”.
Una vez más,
como en tantas otras reuniones de empresarios, los casos de éxito de Google,
Netflix y Uber fueron estudiados y puestos como ejemplo para lo que deben hacer
todas las empresas. Carlos Zenteno, presidente de Claro Colombia, fue más allá.
El ejecutivo expresó que para todos los sectores, públicos y privados, de
productos o servicios, la transformación digital está dejando de ser una opción
para convertirse en una obligación que facilite su relacionamiento con los
clientes y mejore la optimización de los negocios.
El caso 4-72
En términos
simples, la digitalización de los negocios entrega tres grandes beneficios:
reducción de costos, aumento de ingresos y, más importante, mejorar la
experiencia de consumo de los clientes.
Y la empresa
estatal 4-72 entendió como pocos, los beneficios de la transformación digital.
La organización atravesó una crisis de funcionamiento, hasta que hicieron un
alto en el camino para cambiar por completo sus paquidérmicos procesos.
Desarrollaron
varias soluciones como la trazabilidad con códigos de barras, la automatización
de las flotillas, y otras tecnologías que a través del internet de las cosas
incrementan la operación en tiempo real.
Hoy en día,
los clientes de 4-72 tienen disponible la información de su envío,
notificaciones proactivas, hasta tener atención prioritaria dentro de las
tiendas, al tener una tecnología que avisa y entrega toda la información del
cliente al agente de servicio tan pronto este entra.
“Gracias a
esta transformación digital la productividad está por encima del estándar,
lograron un cumplimiento del 95% superando los tiempos de cumplimientos a nivel
mundial”, señaló Adriana Barragán la presidente de la organización.
Lo ocurrido
con 4-72 y otra decena de empresas que apostaron por la tecnología muestran que
sí es posible transformarse, pero es necesario invertir y tener objetivos
claros a corto y mediano plazo. Para las organizaciones la digitalización de
sus negocios ni siquiera es una opción, es una obligación. Si las compañías
colombianas no se transforman seguramente no sobrevivirán de aquí al 2020.
Fuente: Revista Semana
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