Fue en 1905 cuando el judío Willem Einthoven, Nobel
de medicina, usó los cables subterráneos telefónicos que había en Leiden,
Países Bajos, para enviar cardiogramas de pacientes de un laboratorio a un
hospital. Esa historia se cuenta en el artículo El hombre y su invento (Scielo,
2004). Fue el nacimiento no solo de los revolucionarios telecardiogramas, sino
de la telesalud: esa posibilidad de acceder a un diagnóstico, un examen o una
orientación médica a distancia.
En los 90 vino otra ola: Internet permitió explorar
las consultas virtuales. Sin embargo, 30 años después la escena se repite:
llega un síntoma agresivo y no se sabe si ir a urgencias o esperar.
Clic y listo
Ya no solo es la red de redes la que facilita esa
comunicación, la inteligencia artificial y el Internet de las Cosas (IoT) ha
impulsado una tendencia en el mundo. Un informe de 2019 de la consultora Mercom
Capital Group dice que el año pasado la telesalud fue el segmento más
financiado por empresas de salud digital, que invirtieron 1.800 millones de
dólares solo en EE.UU.
La tecnología permitió ir más allá de la consulta.
Mire el caso de Roman, una clínica digital para hombres en Estados Unidos que
ofrece, mediante videollamadas, tratamientos personalizados en temas sexuales,
caída del pelo y estilo de vida saludable.
También está la app australiana ResApp, que graba
ronquidos de las personas para monitorear su sueño y diagnosticar problemas
respiratorios. O la israelita Diagnoz.me, que está desarrollando un dispositivo
desechable para convertir el celular en un microscopio. Se pone en la cámara y
puede analizar orina, materia fecal y otros fluidos
an diferentes en sus usos, la mayoría tiene la
misma misión: quitar las barreras de acceso a los servicios de salud. En
tiempos de pandemia, se comprobó que hasta el nivel más básico de consulta es
útil si se puede hacer desde la casa.
Cuenta Liliana Arboleda, gerente de servicios de
salud de Suramericana, que en las últimas semanas pasaron de atender 500
consultas diarias por sus canales virtuales a 10.700.
Con la creciente emergencia abrieron estos
servicios a todo tipo de afiliados, no solo a los que tienen medicina
prepagada. Pero al inicio se quedaron cortos con sus tiempos de respuesta, se
podían tardar hasta dos horas en atender. Arboleda señala que ahora se demoran
de 10 a 20 minutos y que la invitación a los afiliados es que no solo usen la
aplicación de la empresa sino sus líneas telefónicas y su chat de WhatsApp.
El panorama
Algunos le dicen telemedicina, pero eso sería
limitar un concepto muy amplio. En Colombia, la telesalud quiere diagnosticar,
dar tratamiento, rehabilitar, educar y prevenir a distancia con la ayuda de la
tecnología, según el Ministerio de Salud. Este tipo de servicios se han
regulado a pasos espaciados en el país, en 2010 fue la primera disposición, y
la vigente es la resolución 2654 de 2019 del Ministerio de Salud. Con la emergencia
por la covid-19, lanzaron la resolución 521 de 2020, que ordena a las EPS
priorizar la atención en casa de mayores de 70 años y mujeres embarazadas (ver
Informe).
En el documento del año pasado se regulan y definen
los servicios de telesalud en el país. Los más desarrollados, tal vez, son los
de teleorientación. Aplica cuando se quiere resolver una duda y no se sabe si
pegarse el viaje hasta la sala de urgencias, y en tiempos de coronavirus, para
evitar el contacto social y una exposición riesgosa. Es también lo que se está
haciendo para diagnosticar a las personas que tienen síntomas de covid-19 y
creen estar contagiadas.
Uno de los emprendimientos que hay es 1Doc3, una
aplicación con inteligencia artificial que hace un chequeo automático basado en
las preguntas de rigor que le hace un doctor cuando entra al consultorio.
Después le permite chatear con un médico general. Esa consulta cuesta 10.000
pesos o los usuarios pueden dejar una pregunta, que es respondida en máximo dos
horas, por 5.000 pesos.
Javier Cardona, emprendedor y cofundador de la
plataforma hace 5 años, dice que tienen un millón de usuarios activos al mes en
América Latina y que con la emergencia del nuevo coronavirus el uso se ha
incrementado 5 veces aproximadamente. “En 6 meses la telemedicina va a ser
mucho más usada en el país, la gente ya se dio cuenta de todas las idas al
médico que se pudo haber ahorrado”, señala.
Para acceder a un nivel más especializado está la
iniciativa del pediatra antioqueño Juan Pablo González, coordinador de innovación
de la Universidad CES. La app se llama Hola Dr. y permite una consulta más
personalizada, por videollamada y con un especialista.
Un nivel más avanzado
¿
Y qué pasa cuando hay una persona en una zona
rural que necesita ser monitoreada por un especialista? Tendría que pagar los
costos de llegar hasta una ciudad y alojarse ahí. Este tipo de servicios busca
que un paciente tenga un dispositivo en su casa para medir su presión, por
ejemplo, y que la información llegue al consultorio del médico en otra ciudad.
Eso se llama telemonitoreo, y las universidades van adelante con los proyectos.
La Universidad de Caldas tiene un programa de
telepsiquiatría para ayudar a personas en las cárceles y la Universidad de
Antioquia tiene LivingLab, que busca llevar una clínica avanzada a zonas
apartadas.
“Esto es una tendencia en el mundo y también se
está apalancando con relojes inteligentes y otros dispositivos que se pueden
vestir y tienen IoT”, señala Mauricio Alzate, coordinador de la maestría en
tecnologías de la información y comunicación en salud de la Universidad CES y
añade que ahí también aparece la telexperticia, que es cuando un médico
necesita apoyarse en la opinión de un especialista para evaluar mejor la
situación de un paciente.
Finalmente, el Ministerio de salud reglamenta dos
modalidades más: la telemedicina interactiva y la no interactiva. En la
primera, explica Alzate, están todas esas respuestas que se dan en tiempo real.
Ahí el campo de la robótica está probando la teleoperación, pero esta todavía no
está regulada.
La no interactiva es cuando la respuesta no se da
en tiempo real. Se ubican las iniciativas de telerradiología como la del
Instituto Roosvelt, en Bogotá, o los proyectos de telectrocariodragía en la
Fundación Clínica del Norte, donde se toman los registros en un lugar y se
envían los resultados a un especialista en otra ciudad para que emita un
diagnóstico.
Hay orillas escépticas a la telemedicina, que
cuestionan el rumbo que podría tomar el uso de la tecnología en la salud, en
especial, si los gobiernos usan datos personales, como el seguimiento de la
temperatura u otros signos corporales en tiempo real, para controlar a los
ciudadanos y así anticiparse y frenar nuevos brotes de epidemias. El
historiador Yuval Noah Harari sentenció en una columna del pasado 20 de marzo
en el Financial Times que eso podría dejarle una difícil decisión a la
humanidad: escoger entre la privacidad de su sistema biológico o la salud.
Otros lo ven con optimismo, sobre todo en un país
donde todavía son muchas las barreras de acceso. Es el caso de Adelaida Santa,
ortopedista infantil del Instituto Roosevelt, en Bogotá, quien hizo parte de la
mesa de trabajo para el desarrollo del plan nacional de telesalud (que está en
proceso). “Gracias a la tecnología hemos podido evaluar a niños en los rincones
de Colombia, es llevar la medicina especializada a todo el que la requiera y en
el momento oportuno”, afirma.
Otros lo ven con optimismo, sobre todo en un país donde todavía son muchas las barreras de acceso. Es el caso de Adelaida Santa, ortopedista infantil del Instituto Roosevelt, en Bogotá, quien hizo parte de la mesa de trabajo para el desarrollo del plan nacional de telesalud (que está en proceso). “Gracias a la tecnología hemos podido evaluar a niños en los rincones de Colombia, es llevar la medicina.
especializada a todo el que la requiera y en el momento oportuno”, afirma.
Fuente: ElColombiano
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