¿Cómo será el mundo post pandemia? Pienso mucho en
esto últimamente y creo que cuando volvamos a la “normalidad” será una
normalidad diferente donde muchos aspectos cotidianos se verán atravesados por
lo que nos tocó vivir a nivel global. Uno de esos aspectos, sin dudas, será el
trabajo. Y el motivo es claro: en 2019, 62% de empresas de Latinoamérica no le
permitían a sus empleados trabajar de forma remota (según el estudio El trabajador
digital en 2019, Citrix). Vaya paradoja: ¡antes no podíamos elegir teletrabajar
y ahora es obligatorio!
¿Pero cómo está resultando esa experiencia? Tal vez
la respuesta a esta pregunta sea una mezcla de conformidad y disconformidad. El
teletrabajo nos permite hoy estar seguros en nuestras casas conservando a la
vez nuestro empleo. Nos está mostrando la maravilla de recuperar el tiempo que
perdemos en el tránsito. Seguro hay empresas que estaban preparadas cultural y
tecnológicamente para habilitar esta modalidad y sus empleados ya estaban
preparados para teletrabajar de forma eficiente; pero aquellas que no, quizás
estén creando contextos de micromanagement abrumadores, sus empleados estén
perdiendo productividad al encontrarse con tecnología que funciona más como un
obstáculo que como una solución y que encima puede exponer los datos a grandes
riesgos. Puede que haya personas pasando solas la cuarentena, que trabajan 24/7
con la excusa de mantenerse ocupados, pero que a la vez se sienten desgastados.
O familias donde los padres además de trabajar tienen que atender en simultáneo
a sus hijos, quedando con la sensación de no poder enfocarse 100% en nada. En
este escenario, creo que no estamos solo teletrabajando. Estamos navegando una
crisis mientras intentamos trabajar.
El teletrabajo es una modalidad con múltiples
beneficios que tiene que realizarse en un contexto adecuado de trabajo. Tiene
una curva de aprendizaje por parte de los empleados y requiere que los
empleadores implementen un programa de calidad observando aspectos
tecnológicos, culturales, de liderazgo y de recursos humanos. Todo esto hace
que sea un modelo exitoso. Pero en la actualidad, con tantos factores externos
impactando en la productividad de las personas, la clave para las empresas será
documentar qué funcionó bien al implementarlo y aquellos puntos a trabajar a
futuro sin sacar conclusiones apresuradas. Por parte de los empleados, si el
teletrabajo no cumplió sus expectativas probablemente tampoco es el momento
adecuado para hacer una evaluación determinante sobre este modelo.
En este sentido, uno de los mayores aprendizajes
que podremos llevarnos en el mundo corporativo será que todo espacio de trabajo
tiene que buscar lograr el bienestar de los empleados. Y ese espacio debe
impulsarlos y motivarlos para que puedan lograr su máximo potencial. Pero por
sobre todo tiene que estar muy relacionado al poder ELEGIR. Ese poder que
muchos no tenían antes y que no tenemos ahora. Ni los cubículos, ni los
espacios abiertos, ni el teletrabajo funcionan si los pensamos bajo el concepto
de “lo mismo sirve para todos”. En el futuro los empleados deberían poder
elegir desde donde trabajar, incluso deberían poder alternar entre distintos
espacios de trabajo según los objetivos que deban lograr. Y las empresas
deberían asumir a la movilidad empresarial como una estrategia para crear un
negocio dinámico y resiliente.
Esto necesitará que las empresas migren hacia una
cultura que fomente la movilidad y genere confianza mutua. El liderazgo también
deberá adaptarse porque en esta nueva realidad no será importante cuánto tiempo
pasamos sentados frente a un computador, sino que tengamos objetivos claros y
medibles a lograr. Y por supuesto, contar con tecnología que sea una aliada
para lograr estos propósitos.
En definitiva, el camino hacia una experiencia de
trabajo superior está marcado por la personalización y es hacia allí donde las
empresas deben dirigirse ahora que finalmente se comprobó que el trabajo no
puede ser un lugar al que vamos… tiene que ser una actividad que hacemos desde
cualquier lugar.
Fuente: DiarioTI
Por Juan Pablo Jiménez, vicepresidente de Citrix
Latinaomérica y Caribe
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