COVID-19: Opinión | Conspirar es
unir esfuerzos y personas para lograr algo. Eso dice la RAE. El verbo
generalmente es asociado a objetivos malvados, como lo explica el artículo Understanding
Conspiracy Theories (2019), publicado por la revista Political
Psychology: “Las conspiraciones suelen intentar usurpar el poder político o
económico, violar derechos, infringir acuerdos establecidos, ocultar secretos
vitales o alterar instituciones fundamentales. Esta definición se refiere a
simples conspiraciones criminales, como la de robar la tienda de la esquina”.
Por ejemplo,
si un grupo de guardias de seguridad se unieran en complicidad con ladrones,
estarían conspirando para lograr un robo. Esa sería la explicación real de por
qué ocurrió el atraco. Precisamente ahí nacen las teorías de conspiración: son
formas de explicar situaciones complejas o de las que no se tiene mucha
información.
El artículo
citado anteriormente las define así: “Son intentos de explicar las causas últimas
de acontecimientos y circunstancias sociales y políticas importantes con
reivindicaciones de tramas secretas por parte de dos o más actores poderosos”.
Que el nuevo
coronavirus se creó en un laboratorio en Wuhan, que las vacunas causan autismo,
que la Tierra es plana y que cantantes como Paul McCartney y Avril
Lavigne murieron hace años y los que aparecen ahora son dobles idénticos.
¿Le suenan? Esas son algunas de las nuevas, pero las teorías de conspiración se
estudian hace décadas: Google Académico muestra artículos que investigan el
tema desde 1994.
Durante la
pandemia han surgido otras asociadas con la tecnología. Tampoco se pueden
probar y abundan en Internet. Estas son y la explicación de por qué seducen
tanto.
Una dice que
la construcción de redes 5G tiene que ver con la propagación del nuevo
coronavirus. Se hizo popular porque famosos (como la cantante Keri Hilson,
con más de 4 millones de seguidores en Twitter) escribieron en redes
información al respecto. “La gente nos ha estado tratando de advertir sobre 5G
durante años. Peticiones, organizaciones, estudios... lo que estamos pasando
ahora son los efectos de la radiación. El 5G se lanzó en China. 1 de noviembre,
2019. La gente se murió”, escribió Hilson en su cuenta de Twitter el 15 de
marzo. Lo que dicen es que las redes 5G emiten radiación que debilita el
sistema inmune y hace a las personas más susceptibles al virus.
A Bill
Gates también lo han acusado en redes sociales como el gran orquestador detrás
del nuevo virus. Esto porque en 2015 habló en una charla Ted sobre los peligros
de la próxima pandemia. Ese mismo fue el título de uno de los capítulos de la
serie de Netflix En pocas palabras, lanzado en noviembre de 2019 (a un
mes de que comenzara el problema). En ambos videos Gates advirtió que el mundo
no estaba preparado. Eso, sumado a la noticia de que la Fundación Bill y
Melinda Gates, que él y su esposa dirigen, estaba financiando el desarrollo de
una vacuna contra la covid-19, fue el caldo de cultivo para que naciera una
teoría explicando la totalidad de un fenómeno tan complejo como el que la
humanidad enfrenta.
“Su
Fundación financió la creación del virus y por eso serán los primeros en
encontrar la cura. Es claro el plan de Gates para dominar el mundo”, se lee en
los rincones de Internet. El filántropo no ha dado una declaración
contradiciendo esas frases, al contrario, hizo un espacio abierto de preguntas
en las que explica que su acción directa a la preocupación que tenía en 2015
fue crear el CEPI (siglas en inglés de Coalición para la Innovación y
Preparación contra Epidemias) que se centra en la financiación de vacunas a
escala global.
Lucen muy bien...
Mario
Morales, analista en comunicación y
profesor de la Universidad Javeriana, explica que hay tres factores que son el
caldo de cultivo perfecto para creer en una de estas teorías: un tema del que
haya mucha incertidumbre, que mezcle la explicación por medio del relato y que
eso tenga alguna afinidad con las creencias o miedos de la persona.
“En esta
generación a Bill Gates se le conoce no solo como el gran visionario de la
tecnología sino el realizador. Su propósito fue sacar los computadores de los
laboratorios y llevarlos a las casas, y hoy es una realidad en casi todo el
mundo. Como la solución al problema es totalitaria, la aceptamos sin ninguna
pregunta porque tiene mucho que ver con las creencias”, explica Morales.
Por su
parte, Daniel Urrea, investigador en comunicación digital de la
Universidad de Antioquia, dice que las teorías de conspiración, al igual que
las noticias falsas, hacen parte de los fenómenos que la ciencia llama
posverdad: “Una mezcla de hechos probados con especulaciones”.
“En estos
fenómenos cada lector decide dirigir la conclusión a algo que funcione de
acuerdo con sus certezas, por eso la investigación cualitativa se ha preguntado
cómo derivar la verdad y uno de los métodos estandarizados es sencillo: hacer
un chequeo de los hechos, verificar cada afirmación y dato en un texto”,
argumenta Urrea. Se deben tomar las oraciones y ver si son datos verificables
que digan la fuente completa de dónde salen o si son relatos con adjetivos que
no tengan un soporte científico.
Ambos
investigadores invitan a los lectores a desconfiar de los relatos emocionales,
que tengan datos sueltos sin ninguna fecha ni lugar de publicación y que no se
puedan verificar en sí mismos. Aquí hay otras pistas para no caer en la
seductora idea de explicar el mundo con una sola teoría (ver Recomendaciones).
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